Piqui, el pollito pedigüeño
Aquella mañana...¡Bueno! Aquella mañana, Piqui, el pollito tomó su desayuno de trigo y se fue a visitar a Botín (Botín era un gato).
-¿Me prestas tu estufa? -dijo Piqui. Y enseguida se la llevó sin esperar respuesta.
-Ahora tendré que visitar a Tony -pió Piqui. Y allí nomás, rapido como el trencito, se acercó a la casilla de Tony (Tony era un perro).
-¿Me prestas tu bufanda? -pidió Piqui....y sin permiso, echó a correr con ella.
No todavía no descansó el pollito: porque ahora se dirigió a lo de Samy (Samy era un potrillo) y sin pensarlo dos veces, le pidió la bolsa de agua caliente.
Cuando Samy apenas dijo "sí", ya Piqui había tomado y estaba listo para irse.
-Sin embargo,aún me falta algo, pensó Piqui. Pero los animalitos reunidos en el jardín, también pensaron. Y lo que pensaron fue que Piqui era un pedigüeño, y que eso de andar de aquí para allá uscando cosas de la gente, no estaba bien.
-Si ahora viene, no le voy a dar nada-dijo muy molesta la rana.
Y para hablar, como era muy chiquita, se subió sobre una piedra pero no era una piedra, sino Lucila, la tortuga... ¡Qué susto y que risa!
-¿Y si fuéramos a espiar lo quer hace Piqui? -propuso Tony.
Despacito se acercaron a la casa de Piqui...y vieron que no estaba solo. Conversaba con una vieja señora que parecía muy pobre.
-Mi buena amiga, ya no tendrás más frío este invierno -decía Piqui.
-Gracias, muchas gracias, querido Piqui -respondía la señora. ¡Y le daba al pollito dos besos en las mejillas llenas de plumitas!
-Nosotros también te ayudaremos... y para Piqui por ser tan bueno, te regalamos esto -dijo Samy, emocionado secándose una lagrimita.
Y ahí mismo le entrego un helado de alpiste, ¡el preferido de los pollitos!
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