Adivina cuánto te quiero

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS

Cuéntame un cuento esta noche Alejandro...

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS

Leer cuentos

La cabaña del Tío Tom    Leer

Obtener el cuento    Bajarlo
  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS

En la granja de mi tío

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS

En el bosque de la China

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS

Arroz con leche

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS

Cucu

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS

Josefina y las ardillas


Cómo les he contado amiguitos, Josefina era una confortable almohadita azul, y María no salía de la casa sin su adorada almohada azul. Este día de verano, sus padres habían decidido llevar a la niña a pasear al bosque, cerca del hogar de sus abuelitos.

En el transcurso del viaje,  María le contaba a su querida almohada de toda la diversión que juntas iban a tener, recorriendo senderos, subiendo a los árboles y quizás si tenían suerte podrían hasta nadar en la laguna de la que tanto habían hablado sus padres.

Cunado llegaron a lugar tan esperado, María abrió la puerta del carro y corrió por el sendero,  donde ya esperaban los abuelos y sus primos Juan y Sergio.

Con el permiso de sus padres, los niños subieron a los árboles y se columpiaron en las hamacas formadas por gruesas cuerdas. Tanto se estaba diviertiendo María que en algún momento entre risas y diversión dejó caer a Josefina.

Josefina, aunque era solo una almohada, sintió la soledad en la que la dejó la niñita, quien en todo el camino al bosque le había relatado todas las aventuras que juntas tendrían, pero cuando llegó a aquel lugar se olvidó de ella, dejándola sola y desprotegida, en aquel enorme bosque sobre unas hojas secas y malolientes.

La pequeña almohada cerró sus ojitos y se puso a sollozar. Dos pequeñas ardillas que recogían nueces muy cerca de ahí, escucharon sus gemidos y se acercaron para mirar.

- ¿Por qué lloras hermosa cosa azul?
- No soy una cosa, contestó Josefina, soy una almohada suave y hermosa.
- Sabemos que eres hermosa, le dijeron las ardillitas, pero ¿Por qué estás triste hermosa cosa, ehh ehhh,  hermosa almohadita?, preguntó la ardilla de cola grande, que sostenía una gran nuez casi de su tamaño.
- Es que me siento muy triste, la niñita que me traía me ha dejado aquí sola y abandonada, creo que ya no me ama.
-No te sientas triste, dijo la más pequeña de las ardillas, nosotras jugaremos contigo...¿verdad hermana? y diciendo esto golpeó a su hermana con una pequeña nuez.
-Ahh, ah, si, si, si, repitió la ardilla mayor, mientras con atención miraba a Josefina a quien preguntó, me dijarías altar sobre ti, es que te ves tan suave.
-Porsupuesto dijo la almohada, eso me encantaría.

Las ardillas emocionadas comenzaron a saltar sobre Josefina, mientras reían a carcajadas, cada vez que una de ellas se salía de la suavidad de su espuma e iba a dar contra la tierra humedecida del bosque.

Josefina estaba feliz de sentirse importante y de hacer reír a estos pequeños animalitos.

Cuando ya las ardillas se sintieron lo suficiente cansadas de estar saltando sobre tanta suavidad, y recordaron sus deberes al escuhar la voz de su mamá que las llamaba, recogieron sus nueces y le dieron un fuerte beso a Josefina, agradeciéndole por la gran diversión que les había dado.

En eso se escucharon unos pasos apresurados y fuertes sollozos que hicieron que las ardillas subieran asustadas hasta la copa del árbol más cercano.  Era el papá de María quien trataba de consolarla, mientras miraban de un lado a otro buscando a su almohada azul.

-Estoy segura de que cayó por aquí papá, insistía la niña, mientras secaba sus lágrimas. La solté de lo alto cuando me columpiaba y la vi caer cerca de estos arbustos.
-Ahí está papá, dijo la niña, cuando entre unas hojas secas y malolientes localizó a su adorada Josefina.

Josefina estaba toda enlodada como si sobre ella hubiera pasado una manada de animales.

La niña sonrió de felicidad por haber encontrado a su almohada y Josefina sonrió porque notó la tristeza y la preocupación de la niña al pensar que la había perdido, en ese momento comprendió que María si la quería de verdad.

Desde lo alto, las ardillas le dijeron adiós y Josefina sonrío feliz por el amor de María y lo bien que la había pasado tirada sobre aquellas hojas con las ardillas saltando sobre ella.

Por Patricia González, Costa Rica
  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS

El Bebé Elefante


Soy el oso hormiguero, y les voy a contar una historia única. Si les digo que en el zoológico había una excitación y un revuelo poco común, no les miento... a pesar de mi larga nariz.

Nacía el primer día de otoño, mientras las hojas decoraban las calles, transformándolas en mullidos ríos dorados.
El sol asomaba, todavía con un poco de sueño. Mientras se desperezaba, cumplía con su diaria tarea de iluminar la vida.
Y hablando de vida y de iluminar... todos los animales estábamos esperando al nuevo integrante de la familia de los paquidermos.
Justamente HOY era el día de llegada del nuevo pequeñín.
La gente hacía cola para ver al bebé recién nacido. En la entrada del zoológico había largas filas de chicos para votar el nombre que le pondríamos.
Mi jaula, que estaba justo frente al terreno de los elefantes, me permitía observar todo lo que allí ocurría, casi sin perder detalle.

Pasó el tiempo, y Júnior, así lo habíamos llamado al bebé que hoy ya tiene 5 años, veía que era un tanto diferente de sus padres. La trompa no le crecía, su boca era enorme y llena de dientes, arrastraba la panza al caminar y tenía una larga y robusta cola.
- Mamá -, decía el pequeño, - me da la sensación que no me parezco demasiado a ustedes... que soy muy diferente. -

Dos días transcurrieron con la inquietante pregunta de Júnior, hasta que una tarde, cuando la gente ya se había marchado, los orgullosos papás elefantes se sentaron a charlar con su pequeño hijo.
Entonces le explicaron que como mamá no podía tener elefantitos en su panza, habían decidido adoptar un bebé... y tuvieron la suerte de tenerlo a él. Que es un tanto diferente, es cierto... después de todo había salido de la panza de una "cocodrila". Pero a quién podía importarle si tenía orejas grandes o casi invisibles...?
Después de todo y con todo, un hijo es un hijo tal como es, y se lo conoce por el corazón y no por el color o la forma.

"El amor es el único capaz de decidir quién es hijo de quién."

El elefantito con aspecto de cocodrilo, se quedó pensando un buen rato. Luego, miró a sus padres y les dijo:
- Mami, papi,... ahora sí que los quiero mucho más que antes.-
Desde mi jaula, pude entonces ver un nuevo milagro. Mientras Júnior dormía, comenzó a crecerle una pequeña y hermosa trompita. Y que a nadie le quepa duda, que esta transformación era debido al fuerte sentimiento de amor que unía a esta gran familia.

Ustedes se preguntarán como es que yo sé tanto de esto... Bueno, les diré que la familia de este oso hormiguero que les habla, está formada por un papá oso gris y una mamá panda.

El sol comenzó a esconderse dejando que la luna se refleje en el lago de los flamencos rosados... el silencio absorbió el bullicio de la multitud, y el otoño siguió su camino hacia el no tan frío invierno del Jardín zoológico.

FIN

Escrito por Marcelo C. Fenoglio - Argentina
http://www.guiainfantil.com/servicios/Cuentos/elbebeelefante.htm
  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS

Los cerditos

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS